Microrrelatos

El microrrelato es un género que me apasiona. Aquí les comparto los que ya han sido publicados en otros sitios, pero espero seguir creando nuevos. 

El espejo

Sentada frente a mí en la sala de espera de la ginecóloga, así la vi. Ella me sonrió y al comienzo supuse que era por pura amabilidad, hasta que relacioné esa sonrisa con el pasado y se me dibujó Nora en el recuerdo. Resultaba difícil reconocer a la sensual Nora en una cara con más colores que adorno de carnaval y una cabeza con hilachas de tinte zanahoria. En su boca, pintada y repintada con dedicación, asomaban, con cada sonrisa, unos incisivos de diferente coloración. "Tiene que cambiar de dentista", fue lo que pensé, en el mismo momento que percibí la agitación en su barriga de pelota desinflada.

La voz de la ginecóloga sonó con un "Vilchez" y Nora se levantó, respondiendo al llamado, no sin antes lanzarme con voz casi jocosa: estás re vieja y achacada pero te reconocí de inmediato. Me dio gusto verte.

Publicado el 27 de Agosto de 2019.   


Cuando les hablaba

"Miren la cara que tienen. Unos días que no las atiendo y ya están como enojadas, con aire de abandonadas. Y usted, ¿quién se cree para invadir espacio ajeno? Cuando la traje era discretita, respetuosa, y ahora parece gorda en butaca: desbordando por los cuatro costados. Y usted, todo lo contrario: se parece a la flaca de la esquina, que de tanto hacer dieta tiene aspecto de sombra más que de persona. ¡Caramba!, me ausenté por cuestiones de salud. ¡Aprendan de esta belleza que soporta todo erguida, rozagante. Algún día me van a cansar y las voy a regalar!... Sí, sí, al primero que pase, ya van a ver. No ven que ya estoy vieja para estar pendiente de ustedes todos los días". Estas palabras de mi abuela nadie las entendía como destrato porque así era ella cuando hablaba con sus plantas.

Publicado el 27 de Marzo de 2019. 


Ojo al ojo

Al tuerto Galíndez le metieron un tiro en el ojo sano y con él se le fue la vida. Desde ese día, su matadora no puede mirar por el ojo de la cerradura; del otro lado ve el cuenco vacío del ojo de su víctima. Tampoco puede enhebrar una aguja porque siempre se encuentra con el ojo tapado. No se atreve a meter los dedos en los ojos de las tijeras, teme que queden atrapados ahí para siempre. No se lava la cara en ningún ojo de agua, está convencida de que se convertirá en río de sangre. Últimamente enloquece cuando alguien dice "tiene ojos en la espalda"; "mira con ojos de águila"; "le salió un ojo de gallo"; "ojo de buen cubero" y hasta con la broma "ojo al piojo". ¡Ni qué hablar si en su trabajo le piden "echale un ojo"!.

Publicado el 1 de Agosto de 2017.


De nombre: Sapo

Me llamo... Me llamo sapo nomás, nadie me bautizó, así que para qué me voy a hacer el interesante. Porque tener un nombre que a uno lo distinga de los otros sapos debe ser interesante, ¿no? Y ahora que digo "interesante" me viene la nostalgia de cuando la vida de un sapo cualquiera, sin nombre, era interesante. Me refiero a los tiempos en los que los sapos navegábamos en las hojas de las plantas que flotaban en las charcas, lagunas y ríos. También me refiero a las épocas en las que los sapos le dábamos serenatas a las sapas a la luz de la luna, debajo de totorales y cortaderas. Ahora no nos queda más remedio que ser un sapo de caños de desagüe, teñidos de barro podrido, de lomo sucio, hábiles en el arte de esquivar motos, autos, perros y escobas; ¡ni qué hablar de cómo hay que patinar en el pavimento para huir de los camiones! Pero si hasta la comida, que cuesta conseguir, tiene otro sabor. Me han dicho que es comida transgénica. No sé qué quiere decir, pero ya el nombre suena amargo, difícil de tragar. Mire, no me importaría ser un sapo indocumentado más, pero no ser un verdadero sapo, ¡caramba!

Publicado el 15 de noviembre de 2012 en La charca de las ranas (Los jardines de Puck).


Cena con Laura

Leía y releía la oración más importante de su vida, anotada con letra tímida en su agenda, pero pasada y repasada decenas de veces con birome azul, negra y hasta verde. Pero si había llevado la agenda al baño cuando se duchó, al dormitorio cuando se vistió, al comedor cuando buscó las llaves, al garaje cuando sacó el auto, y ahora la cambiaba de lugar en la cocina mientras se preparaba un café para hacer tiempo. Una risa entrecortada le salió cuando se le empezó a atropellar un "como si pudiera olvidarlo", con un "ni falta hacía anotarlo" y un "quién diría que al fin se me daría", hasta que con paso firme ganó un "¿y si no va?". Bien podía ser que ocurriera; podía contar las veces que la había invitado y nada; podía recordar los cumpleaños en los que la imaginó frente a él en esa mesa reservada en el restorán más coqueto de la ciudad. Todavía le sonaban los "no puedo", "tengo otro compromiso", "mi madre está enferma", "pucha, siempre me invitás cuando no puedo", "otro día, ¿sí?". Se levantó de la silla de un salto cuando el vampiro de la duda empezó a chupar su ánimo ¿Y si le pasó algo? ¿Y si lo dejó para otro día? ¿Y si ni se acordó? ¿Y si se arrepintió? ¿Y si sólo accedió porque la harté? ¿Y si decide dejarme plantado? ¡Pero si nunca le interesé! Se debe estar burlando de mí... A esta hora se está matando de la risa.

Se quitó la ropa, se metió en la cama, hundió la cabeza debajo de la almohada y pensó regocijado "¡Andá a reírte de tu abuela!".

Publicado en Revista Lenguarazzi, Año 2013. 


Nueva era

Aquel día los cuises cavaron cada vez más adentro, las liebres huyeron despavoridas, las martinetas se chocaron entre ellas, los ratones chillaron como sirenas, las aves de rapiña sobrevolaron desconcertadas. Los únicos que miraban al cielo eran los humanos, regocijados por el espectáculo de colores que se lanzaba desde unas avionetas en vuelo rasante. Cuando los envenenamientos azulados, verdosos y amarillentos no dejaron nada en pie, las cucarachas, estratégicamente escondidas durante todo el proceso, reanudaron su fiesta, en medio de la desolación y la mugre. Ése fue el día que empezó la era del insecto. Lo cuenta mi abuela. A ella se lo contaron sus tías, en rueda de hormigas, las que tuvieron que resistir por mucho tiempo con sus reservas, hasta que todo volvió a reverdecer... simple y naturalmente.

Publicado el 22 de enero de 2015 en Micros y Macros Todos Relatos.


Elegir la reina

La Comisión directiva del club se había reunido para establecer los requisitos que debían reunir las candidatas a reina del festival anual. "Que sea elegante", dijo uno como para abrir el debate. "Sí, claro, pero eso no es suficiente. Toda ella tiene que ser hermosa", agregó otro. "A la belleza hay que definirla... decir que se va a evaluar la belleza no alcanza", reflexionó otro. "Muy cierto, hay que pensar en las características de la más bella", exclamó uno que reclamaba especificidad. "Pero no nos centremos sólo en lo estético, también hay que pensar en el origen", señaló otro. "Si vamos a tener en cuenta el origen, creo que nos cargaremos con un problema serio. Ya saben que en este pueblo eso es difícil de establecer", dijo el Presidente de la comisión. "Quedémonos en las características externas nomás, dijo el mismo que había propuesto lo del origen. "¡Seguro!, pensemos en el porte, las orejas, el tamaño de la cabeza, la fortaleza muscular, el pelaje, la cantidad de leche que da. ¡Caramba! Estamos por proclamar la reina de las ovejas, no la de las mujeres del pueblo", rió el más joven del grupo.

Publicado el 26 de enero de 2014 en Micros y Macros Todos Relatos.

Que llueva, que llueva

"Traeré la lluvia", dijo el candidato en su campaña y las redes ardieron con los insultos de los agricultores que soportaban una sequía de nueve meses. "Si el pueblo nos vota, sembraremos nubes en el cielo", redobló la apuesta el candidato y le respondieron con una camionada de tierra reseca en la puerta de su casa.

A pesar de todo, el candidato ganó y a los quince días llovió. Los colonos lo llamaron casualidad, pero los meteorólogos aclararon que no había ninguna lluvia prevista en los pronósticos. A los quince días otra lluvia ablandó los terrones. Los agricultores con su acostumbrado escepticismo, desconfiaron del gobernador y hasta del cielo, pero aprovecharon la racha acuosa y sembraron por doquier.

Después de la cosecha, el ministro de agricultura le susurró al gobernador: "che, ya no hay guita para los aviones que siembran nubes; ¿qué vamos a hacer si viene otra temporada de sequía?". "Culpar a los del campo por la falta de confianza", fue la respuesta.

Publicado el 24 de Marzo de 2019.  


Tragarse a la serpiente

Sintió como si se le hubiera clavado un alambre de púa, pero al dirigir la mirada a su pie vio una serpiente, culebreando entre los matorrales. No lo pensó dos veces, siguió el rastro a los saltos hasta alcanzarla. Apresó con un pie la cola de la víbora que se retorcía como anguila. La levantó en el aire, con una mano aseguró la cola y con la otra el cogote, y ahí nomás a grandes dentelladas le arrancó pedazos de piel y carne hasta matarla. Los paramédicos explicaron que la adrenalina de la venganza pudo haber sido lo que neutralizó los fluidos venenosos del reptil. Las autoridades dijeron que se trataba de una cobra que se había escapado de un reptilario la semana anterior. Para los lugareños, Joao había vencido a la Boiúna.

Publicado el 23 de junio de 2013 en Vendaval de microrrelatos. 


Ilusión de libertad

Mira el agua con temor. Su mamá le dijo que es el camino a la libertad. Bien no sabe qué es la libertad y en esas aguas embravecidas no ve camino, pero se lo dijo su mamá y eso es todo lo que necesita. Tal vez madre e hijo saben que la libertad no es la que imaginan, y que el camino de agua puede conducir a la muerte, pero se aferran a la balsa de la ilusión.

Publicado el 12 de agosto de 2016 en Micros y Macros Todos Relatos.