Ojo al ojo
01.09.2017
Al tuerto Galíndez le metieron un tiro en el ojo sano y con él se le fue la vida. Desde ese día, su matadora no puede mirar por el ojo de la cerradura; del otro lado ve el cuenco vacío del ojo de su víctima. Tampoco puede enhebrar una aguja porque siempre se encuentra con el ojo tapado. No se atreve a meter los dedos en los ojos de las tijeras, teme que queden atrapados ahí para siempre. No se lava la cara en ningún ojo de agua, está convencida de que se convertirá en río de sangre. Últimamente enloquece cuando alguien dice "tiene ojos en la espalda"; "mira con ojos de águila"; "le salió un ojo de gallo"; "ojo de buen cubero" y hasta con la broma "ojo al piojo". ¡Ni qué hablar si en su trabajo le piden "echale un ojo"!.